miércoles, 16 de marzo de 2011

La comunicación y los conflictos de pareja

Hoy día, lamentablemente, la relación de pareja está marcada por la violencia de género, una lacra que persiste a pesar de las medidas legales, de la acción gubernamental a través la creación de un organismo pro-igualdad, etc., y que luchan denodadamente por la erradicación de este tipo de violencia intrafamiliar.


Los malos tratos han sido abordados desde distintos puntos de enfoque; el primero ha centrado su mira sobre la tipología del agresor, así como las circunstancias relacionadas con el desencadenamiento de la conducta maltratante. Desde un segundo enfoque se han estudiado los rasgos de las víctimas. Mediante un tercero, se busca en los malos tratos causas relacionadas con los fenómenos intergrupales como la discriminación o la dominancia social. El cuarto y último enfoque realiza un análisis del tema desde una aproximación interpersonal, subrayando la importancia que la interrelación entre las personas tiene para el comportamiento individual, incluso por encima de la importancia que tienen los factores intrapersonales.
Estos cuatro enfoque tratan de analizar las distintas causas del maltrato, por una parte desde los factores intrínsecos de la personalidad de la víctima, por otra las características psicológicas del agresor, desde la tercera vemos las circunstancias sociales que rodean a la pareja y por último centramos la atención en las relaciones entre ambos.
Desde distintos estudios, se concibe la pareja donde se generan los malos tratos, igual que cualquier otra pareja, es decir como una organización dinámica de componentes interdependientes que están mutuamente interaccionando de manera continua. Así, dentro de estos componentes podemos enmarcar el estudio de los patrones de comunicación, la satisfacción marital o la diferenciación en la relación de pareja.

Desde hace bastante tiempo que vengo considerando la comunicación como uno de los elementos esenciales en la dinámica tensional de las relaciones humanas, sean del tipo que sean. La comunicación, como actividad humana (aunque no sea exclusiva de la humanidad, si ha sido en éstos y éstas donde ha alcanzado cotas de complejidad, no logradas en otras especies animales), se entiende como un ejercicio de interacción intencional, un intercambio de mensajes (información) entre dos o más personas que coexisten en un ambiente social concreto.
Debido a la complejidad de la comunicación entre las personas que comparten un mismo espacio social, ésta se debe entender en una diversidad tipológica, dependiendo de los estilos comunicativos que surgen de; las expectativas sociales, las interacciones sociales, el nivel de divulgación personal y la posición que mantiene ante el otro, y por último la auto-presentación que hace de sí mismo frente a los demás y la sensación que su discurso genera en los demás miembros del grupo.

Volviendo al tema de las relaciones de parejas, los patrones de comunicación que usa una pareja han sido identificados con la satisfacción marital, el estrés en la pareja o los conflictos maritales existentes. Pero el tema que ha generado mayor literatura en relación a los patrones de comunicación haya sido el de las diferencias de género. De este modo se demuestra que las mujeres son más tendentes a expresar el afecto negativo y las quejas durante una discusión, mientras que los hombres tienden a retirarse o evitar la discusión. Además, este patrón diferencial entre hombres y mujeres es más persistente en los matrimonios en conflicto.
Es evidente que la comunicación ha de estar integrada en un mismo plano de interacción, cuando esto no se produce, la comunicación está carente y se distorsionan los mensajes. De dicha distorsión suelen surgir, aparejados a dicha incomunicación, conflictos varios y si éstos están latentes, se acentúan con la incapacidad de acordar puntos concluyentes para el entendimiento.

En nuestro trabajo con las familias, solemos poner un especial acento en la mejora de la comunicación para solventar dificultades relacionales y des-tensionar así ciertos conflictos relacionados con la incomunicación o surgidos de ésta.
No obstante, bien es verdad, que no siempre las familias o los miembros de éstas a nivel individual o grupal, están abiertos al cambio o mejora en la comunicación. Se suelen dar con bastante asiduidad la negativa al cambio en los patrones comunicativos, tanto abiertamente, como maquillada por excusas varias e insustanciales.

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