jueves, 31 de marzo de 2011

Eeeen el auto de ma-má…, nos iremos a pasear… y.. a la escuela.


En estos días en los que se han presentado las solicitudes para adquirir plaza en centro educativo, los nervios de algunas madres y padres están a flor de piel, pues su intención de matricular a su hija o hijo en tal o cual colegio, es una prioridad de magnitud exponencial. Para algunos y algunas, les va la vida en ello, se crean tensiones, incluso algunos se crispan frente a otros.
Según el baremo a aplicar en el caso de que existan mayor número de solicitudes que plazas en el centro es el siguiente:

Criterio/Curso escolar
2010/2011
2011/2012
Por hermano/a en el centro
13 puntos
16 puntos
Por trabajar madre o padre en el centro
3 puntos
4 puntos
Por domicilio familiar dentro del área de influencia
10 puntos
14 puntos
Por zonas limítrofe
6 puntos
8 puntos
Por domicilio laboral dentro del área de influencia
10 puntos
10 puntos
Por domicilio laboral en zona limítrofe
6 puntos
6 puntos
Por renta anual familiar
Hasta 2 puntos
Hasta 2 puntos
Por discapacidad del alumno/a
2 puntos
2 puntos
Por discapacidad del padre/madre
1 punto
1 punto
Por discapacidad de hermana/hermano
0.5 puntos
0.5 puntos
Por familia numerosa o monoparental
2 puntos
2 puntos


Podemos ver como en este próximo curso escolar se quiere favorecer el hecho de tener hermanas/os en el centro, así como que alguno de los padres/madres trabajen en él. Pero lo que me llama la atención especialmente es la subida de puntos sobre el domicilio familiar dentro del área de influencia. Y lo explico con unos hechos que son públicos y notorios.
Cada mañana tengo la oportunidad de ver como a la hora de entrar al colegio, una interminable fila de coches procesionan por las puertas de éstos. Yo puedo discernir una doble explicación: la primera, que está conforme a la normativa y a los criterios de baremación que expone la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, que me dice que los padres y madres tienen una atención y preocupación desmedida por el que sus hijos e hijas no anden el espacio entre su domicilio y la puerta del colegio. Puedo entender que estos progenitores ven en sus hijos e hijas seres desvalidos que no pueden ejercer ese pequeño esfuerzo de caminar durante cinco o diez minutos, que se tarda en recorrer los 100, 200, 300 o 500 metros que dista ambos puntos. Padres y madres amorosos y amorosas cuidadores de sus hijos/hijas, los cuales entienden que han de preservar tanto las articulaciones, musculatura, huesos y…, sobre todo las suelas regastables de los zapatos de éstos/éstas.
La segunda explicación, es un tanto discordante a la normativa, y un pelín “alegal”, y que me dice que estos alumnos y alumnas viven lejos del centro educativo, es decir (fuera del área de influencia), por lo que sus madres y padres tienen que desplazarse en coche para llevarles al colegio.

En la realidad, todos y todas vemos, sabemos y conocemos quien es el/la que trae a su hijo/hija a un colegio (deseado), cuando su a su área de influencia corresponde otro colegio (indeseado). Esta familia le da las vueltas posible a su creatividad y a su inventiva, busca soluciones donde es difícil encontrarla (entiéndase; empadronar al menor en el domicilio de los abuelos, cuando en dicho domicilio ni siquiera viven los abuelos…). Incluso hay matrimonios que se separan, o parejas que no se casan, para utilizar los dos puntos de familia monoparental. Lo cual me parece una verdadera “pa-sa-da” (por no utilizar otro calificativo más contundente).
Podríamos suponer que es una trampa, un acto “alegal”, una pillería, etc., lo cierto es que todo el mundo lo sabe, pero la Administración no puede hacer nada, salvo que se produzcan denuncias al respecto, de hecho algunos padres y madres (en otras localidades) han llegado a contratar detectives para demostrar que el verdadero domicilio de la familia “tramposa”, no es el que aparece en la inscripción escolar.

Creo que todos y todas entramos en una dinámica difícil de entender y de explicar. Las familias que deciden (legítimamente), por su nivel económico vivir en una casa en el campo, con todas las comodidades (piscina, pista de pádel, etc.), son conscientes cuando les llega la hora de escolarizar a sus hijos e hijas, que el colegio que les corresponde es… (el que todos y todas conocemos, aunque no pondré el nombre para no herir a quien se pueda sentir herido). Entonces se pone en funcionamiento la maquinaria truculenta…, buscan miles de ideas para conseguir que sus hijos/hijas acudan al centro deseado (aquí vale cualquiera que no sea el que antes he omitido por respeto). Que aprovecho para decir que el centro educativo en cuestión de cuyo nombre no quiero acordarme, cuenta con un equipo de profesionales muy cualificado, maestras y maestros, jóvenes y veteranos de una valía y profesionalidad inmejorable. Desde aquí todos mis respetos a estos maestros y maestras.

Los alumnos y las alumnas no sólo se forman y educan en el colegio, tienen que tener el apoyo familiar, tanto de padres como de madres implicados en esa formación y educación. Si la educación y la formación sólo la dejamos en manos de maestras y maestros, mal les va a ir a esas niñas y niños, por muy agradable que nos parezca el centro educativo. Como educador creo que el ambiente escolar (bueno o malo) es importante, pero bastante menos que el ambiente familiar, el cual es crucial para la transmisión de los valores básicos que priman en la adquisición de los conocimientos escolares, como son la voluntad por el esfuerzo, el deseo de aprender y el respeto por los demás.

Por último sólo me queda desear suerte a aquellas familias que verdaderamente tienen su domicilio en el área de influencia del colegio que desean, y que la plaza escolar de su hijo/hija no sea arrebatada por otra familia que esté haciendo trampa… Además, los atascos que se forman en el 100 % de los colegios, a la hora de la entrada y salida, no favorece en nada la educación de nuestras/os amadas/os hijas/hijos.
Por un pueblo más agradable y acogedor, donde convivamos sin truculentos trapicheos.

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