lunes, 23 de marzo de 2015

El "llanto del bebé" al otro lado de la desatención

Voy a permitirme el atrevimiento de copiar un cuento y escribir de lo que escribe Miguel Ángel Santos Guerra, sin otro motivo que mi envidia admirativa, que otros llamarían envidia sana, por ese excelente Maestro de maestros, que sin haber sido Maestro de este maestro que escribe, si tiene toda mi deslumbrada admiración.

En verdad el cuento, aunque lo cuenta Miguel Ángel, está tomado de un libro de Ferrucci “La fuerza de la bondad”. Creo que los dos estarán de acuerdo en que lo tome prestado, ahí va;
Dorotea oye llorar a la niña pequeña de sus vecinos. En la habitación contigua a la suya. Los padres la acuestan sola en la oscuridad. La niña llora durante largo rato, mientras los padres ven la televisión. El llanto desesperado de la niña expresa angustia y soledad. Dorotea piensa que si habla con los padres quizás contribuya a empeorar la situación. Decide cantar para que la niña se duerma. Al igual que ella oye a la niña llorar, ésta puede oírla a ella. Cada noche, cuando los padres acuestan a la niña, Dorotea le canta unas dulces nanas, le habla a través de los delgados tabiques, la tranquiliza y consuela. La pequeña escucha la voz invisible pero amiga, deja de llorar y se duerme plácidamente. El calor de la voz de la extraña la ha salvado de su gélida soledad”.
Como dice Miguel Ángel, la velocidad a la que cabalga esta sociedad, envuelta en ropajes de codicia, envidia y deseos de prosperar a costa de lo que sea, hace que olvidemos a las niñas y a los niños, sus deseos, necesidades, inquietudes, complicidades…, ya no oímos a los niños, no nos paramos a leerles un cuento, a jugar a los coches con ellos, no dejamos que nos hagan ese dibujo fantástico, donde aparece un mundo de ensueño e ideales maravillosos.
La sociedad contemporánea, al menos la que han conocido nuestros padres, desde la expansión económica de los sesenta, la que generó el baby boon del que soy fruto, no ha sabido escuchar y entender a sus hijos e hijas, su dedicación laboral en la que cabían varios trabajos, o jornadas laborales interminables, no les ha permitido jugar con nosotros, no han tenido la oportunidad de que les hagamos esos dibujos fantásticos, donde aparecía el mundo de nuestros sueños. Pero lo más duro, es que nuestra “estúpida sociedad” es maravillosa copiando lo malo, y hemos copiado de nuestros padres, la persistente idea de que los hijos e hijas son sólo futuro (futuro médico, futuro abogado, futuro ingeniero, futuro carpintero, futuro pintor, futuro maestro…). Por eso cuando sacábamos buenas notas, sólo se oía “Eso es lo que tienes que hacer” o “No espero menos de ti”…
Tal vez sea fácil, sacar un rato para jugar con nuestras hijas e hijos, escucharles eso tan importante que nos tienen que contar, aceptar con admiración esa magnifica obra de arte que ha dibujado, ver con ellos y ellas su “peli de dibujos” favorita, contarles un cuento o rezar con ellos por la recuperación de alguna persona que lo está pasando mal. Pero claro, cuando hay que trabajar y trabajar para sacar a la familia “palante”…., y tener un buen coche o dos, un apartamento en la playa, además de la casa del campo con piscina, o los domingos de coto, los sábados de partido con los amigos, esas interminables comidas de negocios… En fin la vida de los baby boon ha sido muy dura.
Desde mi posición de padre y educador, apuesto por el respeto hacia todas las personas, especialmente nuestros hijos, a los que les debemos atención y dedicación. Sin otra justificación que la de encontrar juntos el camino que le hemos abierto “trayéndoles al mundo”. Pues como ejercicio de responsabilidad parental, estamos obligados, no a darles todos los deseos materiales que nuestra sociedad de consumo nos ofrece a través de los escaparates diversos (televisión, Internet, revistas, etc.), y que además, ellos y ellas no suele pedir desde un primer momento, sino a cumplir con el deber de atenderles en las necesidades emocionales básicas (quererles, protegerles, enseñarles y sobre todo permitirles un futuro esperanzador).
Siempre hemos oído ese tópico, que por serlo no es menos cierto en una aplastante mayoría de ocasiones “el niño o la niña, juega más con la caja del juguete, que con el contenido de la misma”. Las niñas y niños no necesitan grandes cosas para jugar, mi hija con unos papeles y unos rotuladores es feliz, dibujando, pre-escribiendo, soñando, proyectando, etc... Pero sobre todo, son felices mostrándonos lo que han hecho y esperando que le felicitemos y le alentemos en sus proyectos, en sus sueños y en su fantasía, que es la antesala de su futura realidad. No les neguemos sus proyectos de futuro, ocultándolos tras nuestros “sueños frustrados”, dejémosles construir su propio futuro, desde la base de sus propios sueños.