martes, 8 de febrero de 2011

Educación Social o Educación Familiar

Cuando queremos observar y atender sobre el trabajo que el educador realiza sobre la familia que es atendida en un Equipo de Tratamiento Familiar, nos surge la duda, especialmente al propio educador, sobre si nuestra intervención es más social que familiar o viceversa.
La Educación Social desde sus más diversas acepciones viene a decirnos que es una profesión de carácter pedagógico, generadora de contextos educativos y acciones mediadoras y formativas, que son ámbito de competencia profesional del educador social, posibilitando la incorporación del sujeto de la educación a la diversidad de las redes sociales, entendida como el desarrollo de la sociabilidad y la circulación social. Así como la promoción cultural y social, entendida como apertura a nuevas posibilidades de la adquisición de bienes culturales, que amplíen las perspectivas educativas, laborales, de ocio y participación social.

Por otra parte adentrándonos en las procelosas aguas de la Educación Familiar, nos dice Enrique Gervilla Castillo en su libro Educación Familiar; “Hoy la educación familiar es un ámbito especialmente problemático y, por lo mismo, cargado de interrogantes, de singular interés para todo ser humano, pues toda persona, de algún modo, se encuentra vinculada a un modelo u otro de familia”.
Tal vez surge de este carácter problemático una indefinición que encuadre el reconocimiento y el discernimiento entre otras materias o actuaciones dentro del paraguas social que en cierto modo lo protege o ampara, pero que al mismo tiempo enturbia la axiología de su actuar.
Quizás, agotados por la búsqueda y después de mucho leer entendiendo y entender lo leído, arribamos a la parte, quizás más simple del desarrollo antropológico del ser humano, y lo hacemos entendiendo las palabras de Enrique Gervilla Castillo en su libro antes mencionado; “La herencia o nacimiento biológico nos da el ser, pero no el modo de ser, pues nacemos humanos, pero no humanizados; sociables, pero no socializados; morales, pero no moralizados… Aprendemos a ser humanos, sociales, morales… por medio de la educación”.
Por lo tanto, la Educación Familiar es la intencionada acción de los educadores familiares (entiéndanse; madres, padres, abuelos, hermanos, etc.) por humanizar, socializar y moralizar a los descendientes o progenie más jóvenes.
La arcilla tiene la capacidad de ser moldeada, pero en el interior de un trozo de esta materia no existen una pequeña figura esperando a que alguien con su habilidad la desentierre, pero sí tiene la potencialidad natural de ser plástica y de transformarse en esa figura.
Así de igual modo, la capacidad educadora que tienen los niños y niñas, no dan “per se” la necesaria obtención de un ser humanizado, sociable y moral, sino es a través de un esfuerzo educador.

La Educación Familiar y la Educación Social tienen puntos de encuentro, pero también divergencias muy notables. Tal vez dentro del ámbito del Equipo de Tratamiento Familiar podamos confluir socialmente en el ámbito global, mientras que el familiar recaería sobre el individual. No obstante en una intervención multidisciplinar como es el del ETF, tendríamos que concluir diciendo que la intervención educativa debería abarcar tanto el ámbito social como el familiar, en un proceso gradual de acercamiento, desde la perspectiva global que nos da el ámbito de la educación social, hacia una focalización más concreta, en función de las características de la familia y de la problemática sobre la que actuar, que nos ofrece la educación familiar.

A pesar de todo, el discernimiento entre un ámbito de actuación u otro, unas teorías u otras, y una materia u otra, nos lleva al menos a la capacidad de evolucionar y mejorar sobre todo en el entendimiento del objeto en cuestión, que no es otro que la familia como entidad global.

No hay comentarios:

Publicar un comentario