En una conversación de padres, se
podía oír lo siguiente;
_En la clase de mi hijo hay un
chico que va al colegio sin libros, apenas aprovecha las clases, pues está casi
todo el tiempo molestando e incordiando al profesor y al resto de compañeros.
_Ya se de quien hablas, respondió
el interlocutor, ese niño es un desastre. No se para que va al colegio, pues no
lo aprovecha, debería estar con los padres buscando chatarra.
_Mi hijo me cuenta, que en
matemáticas se pasa la hora dibujando garabatos en la mesa. Los maestros lo
tienen ya como un caso perdido.
_Es una pena que la
Administración destine recursos muy valiosos para un alumno que es un desecho
de la sociedad.
_Claro, es lo que yo pienso, todo
ese esfuerzo, de maestros y maestras…, ese espacio y esos recursos lo podrían
aprovechar otros. Y además, seguro que va a clases de apoyo a perder el tiempo;
ya sabes: pintar, recortar, hacer construcciones, etc…
_Mi hijo, cuenta que hay días que
el maestro pasa las horas regañándole, interrumpiendo la clase para ponerle
amonestaciones. Creo que está provocando un retraso al grupo, y eso me
preocupa.
_Claro que sí, eso es un grave
problema, deberían expulsarle del colegio.
_Pero expulsarle para que se
marche a su casa y que continúe con la tradición de los padres, que seguro son
unos analfabetos, que lo único que hacen es malvivir de la chatarra y de
rebuscar en la basura.
_Sí, eso, que se marche. Yo te
propongo que hablemos con la directora, para pedirle que se expulse a ese
alumno del colegio, no debemos permitir que esté junto a nuestros hijos, y les
provoque retraso y contamine su desarrollo escolar.
Meses más tarde se supo, que tras
la reunión de estos padres con la directora, el consejo escolar, en reunión
urgente dictaminó que para el curso siguiente se trasladaría el expediente a
otro centro educativo. Que, según se argumentó muy concienzudamente, era un
centro con recursos más adecuados a las características del alumno, así como a
sus Necesidades Específicas de Apoyo Educativo.
Llegó el mes de septiembre y el
centro de origen había dado traslado del expediente (ya no son alumnos, son
expedientes…, que quede claro que algo tan impersonal duele menos a la
sensibilidad de padres y madres). Pero, oh sorpresa, en el centro de destino no
tenían constancia por escrito de dicho traslado.
Tras largos trámites, de
llamadas, recursos a través de anexo 9, 10, 11, etc., conversaciones tensas,
algunas palabras que se enquistaban, etc. Llegó la Navidad y este alumno, había
pasado el primer trimestre realizando las actividades que los dos padres había “preconizado/indicado”…,
buscar chatarra, deambular por el pueblo, indagar donde poder entretenerse, o
buscándose la vida. Nadie sabía nada, una (directora “origen”) el alumno ya no
es nuestro, trasladamos el expediente…, otro (director “destino”) aun no nos
han comunicado nada aun.
Y el resto de los implicados
hablando del tiempo;
_Parece que va a llover.
_Pues el Tiempo decía anoche que
lloverá mañana.
_Ojalá que llueva, que falta
hace.
Nota del autor: Todo lo que
se relata en esta entrada, tiene una semejanza ficticia con la realidad, es
como el documento que esperaba el director de destino. Y si esto fuese verdad,
yo sentiría vergüenza como ciudadano, padre, educador y pedagogo… La hipocresía
educativa-institucional nos entierra en las miserias, y no nos damos cuenta que
con mirar para otro lado no podremos hacer desaparecer el problema.
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