viernes, 9 de mayo de 2014

¿Aprender es aprobar?



Imaginemos que llega un día en el que una Sra. Ministras o Consejera, anunciara que a partir del siguiente curso escolar, no se va a evaluar con calificaciones, que tod@s l@s alumn@s cuando termine cada trimestre  tendrán un aprobado general en todas las materias, y simplemente promocionarán de curso tod@s, sin atender a las “calificaciones”, de aprobado, suspenso, notable, sobresaliente, insuficiente, etc.
Imaginemos que l@s alumn@s asisten al centro educativo para aprender y no para aprobar y ser excelentes. En el Preámbulo de la LOE, se podía leer lo siguiente; “Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discriminación con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social”. Tras estas ideas y palabras ha de existir un sentimiento coherente de satisfacer el desarrollo personal e intelectual de nuestr@s hij@s, y tratar de que sean lo más libres y coherentes posible.
En estos días, se ha difundido una noticia en cierto modo “llamativa”, y que ha dado algún titular que otro y algunos segundos en programas de radio, se trata de una propuesta que ha surgido de algunas voces de la asamblea de docentes de las Islas Baleares, encaminada a que el profesorado emita un aprobado general como protesta contra algunas medidas legales impuestas por el Gobierno de Islas Baleares, como es el polémico “Tratamiento Integrado de Lenguas”.
A raíz de esta noticia han saltado a la “arena” mediática varias voces, unas en contra y otras a favor. Entre las que estaban en contra, me gustaría analizar tanto la de los sindicatos, como la de la Asociación de Padres y Madres de alumn@s. Por su parte el sindicato afirma que se trata de una medida que “no beneficia a los alumn@s”, mientras que los padres (a través de sus diferentes federaciones y asociaciones de padres y madres) dicen que perjudica al alumnado.
Yo por mi parte, no se si la medida de presión es acertada o no, no soy quien para juzgarlo, tan sólo pienso y deseo reflexionar sobre lo que significa evaluar (calificar) la enseñanza. Desde mi punto de vista como docente y pedagogo, considero que hay que evaluar el proceso formativo en sí (saber si estamos en la línea correcta de la enseñanza, cuando enseñamos), conocer si estamos haciéndolo bien y/o si tenemos que realizar algún cambio, aplicar algún nuevo recurso, modificar nuestra estrategia docente, favorecer ciertas iniciativas del alumnado, etc...
Pero me alarma la postura de las madres y los padres, de l@s alumn@s brillantes, que no se conforman con el hecho de que sus hij@s sean brillantes, y que se desarrollen correctamente, que sean libres, creativos, encuentren su desarrollo personal y social. Sino que buscan la excelencia, que en su curriculum aparezcan matrículas de honor por doquier, que los boletines de notas sean objetos de “distinción y estatus”, que les diferencien de los que obtienen sobresalientes y notables. Cuántas veces hemos presenciado conversaciones entre padres, que delimitan el éxito familiar y social a través del número de sobresalientes 10, frente a simplemente sobresalientes de 9. Ese absurdo juego de cromos, donde ganan los que tienen hijos de matrícula, o de media elevada de expediente.
Pero sobre todo me preocupa esos padres y madres que priorizan el estatus “calificativo” de sus hij@s frente a la felicidad y el desarrollo emocional de ést@s.
Está demostrado que lo primero es la emoción y el deseo de estar bien, de sentirte a gusto en el entorno escolar, “aprender” antes que aprobar es desearlo, adquirir el deseo por lo que les mostramos a nuestro alumnado ha de ser previo a los simples conceptos fríos e impuestos. De sobra es sabido que l@s niñ@s aprenden jugando y juegan aprendiendo…, pero al final lo importante es que aprendan, no que aprueben. Lo cierto es que si tod@s fuésemos conscientes de esta “máxima”, tendríamos más éxito escolar, y eso no significaría que habría más sobresalientes de 10, sino que la formación académica abrazaría a un mayor número de alumnado durante mayor tiempo. Pues cuando se habla de fracaso escolar, no se refieren a que suspenden muchos alumnos, el concepto abarca el abandono temprano de muchísimo alumnado, tal vez por ello se debería de cambiar la palabra fracaso, por la de abandono, para que todos lo entendiésemos.
Y en esa línea del concepto abandono, yo me pregunto; ¿por qué abandona el alumnado de forma temprana y masiva la formación académica? (en la mayoría de los casos en 2º y 3º de ESO), tras repetir curso una o varias veces)…, la respuesta (SENCILLA); porque no se ofrece un escenario de “deseo intrínseco y personal por aprender”, frente a una necesidad social, que se impone por y para seleccionar… y nuestra sociedad ha optado por seleccionar “calificando”, los buenos frente a los malos, los sobresalientes de 10 frente a los insuficientes de 3. Y evidentemente, los “malos”, antes que ser juzgados y seleccionados, optan por marcharse “por la puerta grande”. Y la sociedad se premia a sí misma con dos orejas y el rabo.

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