Leyendo un artículo sobre la
creatividad, se han abierto de nuevo las puertas de las ideas, de hecho la
creatividad es posible en todas las facetas de la vida; el arte, la literatura,
la ciencia, la tecnología…, y como no, a la educación también es aplicable. Es
en relación a dicha disciplina, y más concretamente al ámbito de la educación
social y familiar, que es la que nos ocupa, donde el cuestionamiento sobre el
camino adecuado es frecuente, y aun más el analizar dicho camino para poder
rectificarlo si fuese necesario.
Como dice el artículo, cuya
autora es Miriam Subirana[1], en una de sus
párrafos; “Preguntarse qué podemos hacer que pueda ayudarnos a cambiar esta
situación, qué posibilidades tenemos en las que todavía no hemos pensado”. Este
pensamiento es muy descriptivo de la educación en general, pero aun más de la
educación social y familiar, puesto que como educadores actuamos en un ámbito
más abierto y menos estructurado, con lo cual tenemos que estar continuamente
cuestionándonos si la actuación va dando sus frutos y si no es así, donde están
las alternativas que nos posibiliten actuar preferentemente de una forma más
efectiva. Esa búsqueda de la retro-alimentación evaluativa y auto-formativa, es
un necesario alimento del proceso educativo. No olvidemos que lejos de los
parámetros evaluativos de la educación reglada y formal, en la educación social
y familiar, éstos tienen un carácter más abierto y menos concretos.
Como decía anteriormente,
refiriéndome al “cuestionamiento”, hay que decir que no es otra cosa que la tan
necesaria “indagación apreciativa” de la creatividad educadora, la cual se basa
en formular y formularnos, preguntas que faciliten la motivación, la
cooperación y la concreción de una realidad mejor.
Añadir que en el ámbito de la
educación social y familiar entramos en espacios de amplia dificultad, donde
actuamos con personas, que tal vez y en ciertas circunstancias bloquean con su
actitud, muchas de las estrategias educativas que podamos plantear. En este
caso y en otros similares optamos por “tirar la toalla” y solemos hacer
afirmaciones tales; “no podemos hacer nada con este chaval, al que hemos
acudido tarde” o “esta niña es incorregible, pues ya viene muy resabiada de sus
experiencias vividas”, etc.
Lo que nos plantea la visión
creativa de nuestra actuación, no es buscar alternativas infinitas hasta que
logremos abrir la puerta del entendimiento y la aceptación del otro u otra, lo
que nos pide la creatividad del docente o educador, es que afrontemos las
dificultades, como nos dice la autora del citado artículo; “Las preguntas
pueden generar ideas creativas que impulsan el cambio. El arte de plantearnos
interrogantes tiene implicaciones importantes no solo para variar nuestros
supuestos, sino también para crear nuevas posibilidades para la acción
constructiva”. Lo que nos viene a decir, es que busquemos dentro de nosotros
mismos, otras alternativas a nuestras propias preguntas sin respuestas, tal vez
que busquemos otras preguntas, para alianzar las respuestas con el otro y/u
otra.
En nuestro modo de actuar a
diario, tratamos de hallar continuamente respuestas correctas a las
dificultades, y tal vez debamos buscar preguntas adecuadas que nos ayuden a
clarificar un poco más ese panorama dificultoso.
Tal vez la dificultad que tenemos
a buscar preguntas creativas, está relacionada con la obsesión por buscar
respuestas inmediatas, por esa necesidad apremiante que siempre tenemos para
solventar los problemas a costa de no hacerlo bien. Tal vez ese miedo a tener
problemas, a necesitar solucionarlos para quitarnos un peso de encima, no nos
permite apreciar el valor de esas dificultades.
Seguramente cada vez que se nos
plantea una dificultad, no lo hemos de ver como un problema, sino como una
oportunidad de encontrar una solución, pero desde el punto de vista del
planteamiento de la incógnita adecuada, con la satisfacción que dicho ejercicio
nos ha de reportar.
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