La educación, en su acepción
etimológica “educere” sería sacar, extraer y “educare” sería formar o instruir.
Por lo tanto la podemos definir como el proceso mediante el cual se transmiten
conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar. O bien como extraer del
alma de los jóvenes las cosa buenas que moran en ella. La educación no sólo se
produce a través del mensaje verbal, sino que está implícita en multitud de
gestos, acciones, conductas, sentimientos y actitudes.
La educación institucional,
podría entenderse como una serie de gestos, acciones, conductas, sentimientos y
actitudes que tienen las personas que integran una institución como puede ser
la “institución educativa” o la “institución sanitaria”, la “administración
local”, la “administración autonómica”, etc. Para que podamos entenderlo, sin
tanta palabreja, la educación institucional es o podrá ser la educación que
emana de las distintas instituciones (colegios, institutos), pero también
(Servicio Andaluz de Empleo, Centros de Salud y Hospitales, Seguridad Social,
etc…) Y cómo no, la institución local (los Ayuntamientos). Pues del trato con
personas, surge las acciones formativas y de transmisión de valores y actitudes
que inciten o no a los comportamientos adecuados y acordes a lo que desde la
educación formal se ha tratado de transmitir, especialmente (porque tiene que
ser así), desde los centros educativos.
Pues bien, en estos tiempos que
corren, en los que tanto se habla de la pérdida de valores, hay que decir que
la pérdida está en todas las instituciones, no sólo desde la educativa (que
cuando se produce desde esta tiene mayor calado), sino desde todas aquellas en
las que, las personas tienen algo que ver (que son todas).
Y lo es porque las personas
“están muy quemadas” o desean estarlo, pues lo fácil es tomar el camino de en
medio (como se dice por aquí) y dejando a un lado la profesionalidad, la
honradez, la honestidad y las buenas formas hacemos y deshacemos a nuestra
voluntad, capricho y deseo, sin pensar en los demás, ni en su trabajo (tan
honesto como el que más).
Y para muestra un botón, desde
una institución educativa, con la que yo colaboro (más o menos estrechamente),
se nos pide colaboración, o más bien servidumbre (hazme, tráeme, acude, ven,
etc.) Además con celeridad y eficacia. Pero en el momento en el que se ha
devolver esa eficacia y responder, nos relajamos (mejor dicho se relajan).
Y tal vez volviendo al origen de
esta reflexión en forma de entrada de blog, puedo ver que el centro con el que
trabajamos (codo con codo), o eso creía yo. No tenga ni la menor intención de
llamarte para comunicarte lo que debería comunicarte, sino (yendo más allá), hace
lo que no debería de hacer… No logro entenderlo…, o tal vez lo entiendo
demasiado bien, tan bien que debo callarme y no gritarlo a los cuatro vientos y
es que la Institución
no tiene la suficiente “educación” o no sabe transmitirla adecuadamente, para
ser más eficaz, o simplemente “responsable” con las personas que buscamos el
bien común
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ResponderEliminarLa educación de los más pequeños es lo más importante en la vida.
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